En uno de los compartimentos de mi bandolera llevo una pequeña libreta, un reloj de plata de bolsillo y una funda de piel que contiene una pluma estilográfica, un lápiz para subrayar y algunas cargas de tinta. En otro compartimento llevo el iPad.
Además llevo el libro que estoy leyendo estos días: “Soledad” de Miguel de Unamuno (la primera edición en 1946 de la editorial Austral) y un artículo en una hoja arrancada de una revista sobre realidad aumentada.¿Vivo entre dos mundos diferentes?... No, son el mismo. Pasado, memoria e historia convergen en el mismo espacio que futuro, progreso y tecnología. Más aún, pienso que no pueden separarse demasiado un mundo del otro ya que a la memoria sin futuro le ocurre como al agua estancada que puede pudrirse y el futuro sin memoria puede cegarnos haciendo que perdamos el rumbo. ¿Hasta qué punto podemos perder la perspectiva? Pondré un ejemplo.
Vivimos tiempos donde gracias a los avances de la tecnología cualquiera puede tener acceso a un teléfono móvil mientras que hoy al otro lado del planeta… ahora mismo, muere alguien por falta de una aspirina, un poco de comida o simplemente agua potable.
Otro ejemplo de falta de perspectiva puede ser la inmediatez de la noticia más allá del espacio y el tiempo. Los avances tecnológicos nos permiten el acceso a los acontecimientos en el mismo momento en que están pasando hasta el punto de poder ver una guerra en directo, como pasó con Irak. En un primer momento uno piensa: es escalofriante verlo y saber que está ocurriendo en el momento en que lo estás viendo… (me ha venido a la memoria el miedo que pasé viendo el atentado de las Torres Gemelas).
Si ello sirve para ser más conscientes de lo que ocurre y sensibilizarnos, o incluso solidarizarnos, pienso que está bien. Pero creo que está ocurriendo todo lo contrario. Nos insensibilizamos porque estamos haciendo que la vida y los acontecimientos se desarrollen a tal velocidad que no somos capaces de asumirlo. De hecho si hoy algo sale en televisión eso existe, si no sale no. ¿Quién se acuerda del Congo, Ruanda, la India, Haití…? Las desgracias parecen durar lo que dura la noticia sobre las mismas. Al menos para una gran parte de los que convivimos en este planeta.
¿Estoy diciendo que el progreso es malo? No, no lo es. Simplemente, como cualquier realidad humana, es ambivalente.
Lo que sí que quiero decir que es que TODOS deberíamos tener las mismas posibilidades para alcanzar un FUTURO MEJOR. Y es un deber ineludible aprender del pasado para mejorar el futuro. Mientras tanto nos queda el presente como reto y posibilidad… escenario donde actúa la esperanza vestida de cotidiano y nos invita a ser su cómplice.
Entre el iPad y Miguel de Unamuno estoy yo… y siempre puedo hacer algo. Por muy inevitable que sea el futuro puedo reinventarlo en cada decisión que tome.
Por cierto, antes he dicho que todos deberíamos tener las mismas posibilidades para alcanzar un futuro mejor, quizás debiera decir para alcanzar un PRESENTE MEJOR pues hay cosas que no pueden esperar, el futuro depende de ello.